martes, 14 de julio de 2009

Fritz post morten (2009, julio)

Fritz post morten.

Parafraseado e imaginado por Pato Varas S.


Desde luego me doy cuenta que me estoy muriendo. Faltaba más cuando aparte de lo entubado que estoy mucha gente joven se ha empezado a reunir en las afueras del hospital, acá en Chicago, y han llenado el lugar de velas encendidas. Este sábado 14 de marzo de 1970 la atemporalidad se ha adueñado de mí o, mejor aún, yo me he adueñado de la atemporalidad.

Durante estos últimos veinte años la terapia gestalt, muy bien definida por algunos, como la terapia que hace Fritz Perls, ha estado entrando en vigencia. Muy poco si consideramos que en cuarenta años más su vigencia será mayor y definitiva. Me enorgullece saber que estaré vigente para 2010 y, seguro, para 2040, también.

Mi vida pasa vertiginosamente por mi ser y a la vez con una lentitud plácida que me está permitiendo disfrutarla en estos instantes finales supremos.

Es 1933 y conocer a Goldstein e interpretarlo a la luz de las ideas de Friedlaender es la piedra fundacional de todo lo que soy. En el Congreso Internacional de Psicoanálisis de 1936, en Checoslovaquia presentaré mi idea del ego insustancial refiriéndome a la “indiferencia creativa” o punto cero de Friedlaender. Obviamente mis palabras fueron muy mal recibidas por la comunidad psicoanalítica. Ahora, en 1942, al publicar mi libro “Yo, Hambre y Agresión” he logrado desarrollar estas ideas para sostener que existe una función de autorregulación en los organismos y que ella posee una capacidad de espontaneidad creativa cuyo centro es el awareness. Para ello es necesario reconocer todas nuestras partes, percibir multilateralmente nuestro ser, no unilateralmente, es decir, hacernos cargo de aquellas partes nuestras que negamos y de aquellas que orgullosamente aceptamos, y así lograr ese centro que nos da la libertad de escoger, desde nosotros mismos, lo que queremos ser o el ser que queremos ser. Así aprendí a no negar mi necesidad de ser “prima donna”; mi lado pretencioso. Corre el año 67 y, en Esalen, se me considera un genio, y la vez, un viejo libidinoso y lujurioso. Bah! Es algo para enorgullecerme a los setenta y cuatro años de edad.

Esalen, oh Esalen! Me siento muy bien allí. Igual me iré a fundar mi propio centro en la isla de Vancouver, en el Lago Cowichan de la Columbia británica de Canadá en 1969. De Esalen me cautivo su estilo hippie. Me traía reminiscencia de mi estadía en Elath, a orillas del mar Rojo, donde compartí con los rastreadores de playa, unos norteamericanos fascinantes que estaban felices de simplemente ser, sin objetivos ni hazañas. Seres de verdad en el aquí y ahora. Mis cinco meses viviendo en Israel, a mi regreso de Kioto, en 1963, han sido lo más cercano a sentirme en casa, protegido, comprendido y feliz que he vivido. Llegué a Haifa deprimido, adolorido, consumiendo LSD y a la vez activo, apasionado por pintar, rejuvenecerme, hacer el amor, por renacer y por incluso pasar de terapeuta a pintor.

No dejé Esalen por mis diferencias con Schutz ni por saber que allí la comprensión de las profundas ideas de la fenomenología y la filosofía post kantiana eran imposibles. Dejé Esalen por la lógica paranoia que todo judío siente ante algo parecido a Hitler. Y Nixon, asumiendo el gobierno de los EE.UU., en 1968 me llenó de miedo y ganas de partir.

Mis últimos siete años han sido años de esplendorosa producción. Todo lo que empecé a semillar y plantar desde 1926 ha explotado magníficamente ahora. Mis biógrafos dirán que de mi viaje en 1962 – 63 volví convertido en un genio. Y aunque nada parezca suficiente a mi vanidad debo reconocer que no es así. No fue un viaje el que me convirtió en genio; fueron treinta y seis años de trabajo persistente y continuo que, en la “pausa” de mi viaje, florecieron finalmente. A mis setenta y siete años, aunque he fallecido de un ataque cardiaco, el cáncer al páncreas detuvo mi trabajo, no así mi producción. Estamos en 2010 y puedo observar cómo la gestalt sigue su paso creciente y, por todas partes, mi voz continúa resonando.

Una cuestión pendiente. Traté mal a Claudio y es algo que ya conversaré con él, cara a cara. Me entristece profundamente la muerte de su hijo, en un accidente automovilístico, cuando viajaba a la ceremonia de mis cenizas. También tendré una charla con Paul Goodman; La segunda parte de Gestalt Therapy de 1951 la escribió él y plasmó allí la más completa teoría del self, desde el enfoque de la terapia gestalt. Nunca me referí a ese libro, dado que no era yo el escritor principal. Qué difícil fue para mí aceptar el esplendor de otros y cuánto, sin embargo le debo al mismo Freud, a Reich, a Goldstein, a Friedlaender, a Laura, Paul. Y a quienes continuando mi senda me han hecho más reconocido como el mismo Naranjo, Dick Price y tantos otros seguidores míos.

Estoy entubado de manera humillante. Han abierto mi cuello para meterme, allí, un tubo, mientras otro está ensartado en mi ano. Sea como sea sigo consciente y dueño de lo único que nadie podrá quitarme ni usurparme: mi propia percepción. He pedido que en mis exequias bailen y dancen, A fin de cuentas, nada supera al arte.

¿Quieren que cierre mi gestalt? Imposible. La Gestalt no es una idea. La Gestalt es la vida misma en interacción con nosotros. La Gestalt es, como la interacción, permanente.






AlmaSur, julio de 2009.