martes, 24 de abril de 2012

La Gestalt, una forma de ser. (abril,2012)


La Gestalt, una forma de ser.    (abril,2012)                                                                     Pato Varas Santander.

En mi opinión, la Terapia Gestalt es una filosofía de vida que sirve de terapia. Y no sólo una terapia. La Terapia Gestalt es una filosofía y forma de ser que nos acompaña en nuestra intencionalidad y perseverancia de ser humanos, más humanos y más dignamente humanos. A ella le interesa nuestra esencia humana que no es una abstracción, sino aquella que va inseparada a nuestra vida, nuestra existencia y el universo.

                Ser o pretender ser un terapeuta Gestalt es aceptar desde la humildad y la solidaridad que se es parte de una comunidad de aprendizaje humano que desde ella misma se conoce, reconoce, valora y crece. Ser terapeuta Gestalt no es un status ni un rol. Es un quehacer compartido donde, a veces damos, a veces recibimos. Donde, en esencia, interaccionamos como seres humanos. Como toda forma de ser, la terapia incluye principios, historia, personalidades, procesos, cambios, errores y aciertos. Y, en ello, es acertada cuando se acepta imperfecta, cambiante y, a la vez, perseverante y responsable.

                La Terapia Gestalt no es una parte de Fritz Perls. Fritz Perls es una parte de la Terapia Gestalt. Una parte muy importante, pero no más importante que la singularidad del encuentro e interacción de dos o más seres humanos vivos que hoy se reúnen a explorar su esencia y existencias propias. En cada uno de esos encuentros es posible que se recreen o recreemos formas de “ajuste creativo” como las que ideó y desarrolló Fritz. Es posible que términos como “silla caliente”, “silla vacía” y otros surjan y lo hagan con toda la fuerza y valor que posee la historia. Y, más allá de ello, con la profundidad que implica la red de relaciones y trama de la vida interactiva. Sin embargo, lo esencial de la Gestalt es, precisamente, esa Gestalt que ocurre aquí y ahora, anudando pasado, presente y futuro.

                En esencia, la Gestalt de cada ser y de todo ser es su sentido de congruencia. Su estar siendo “aquí y ahora” su sentido de vida, aún desde nuestra naturaleza humana no-perfecta. El acto de dedicarnos a ser un acompañante/participante gestáltico inmerso en una comunidad de aprendizaje humano de lo humano supone aceptar una forma de ser y de vida congruente con dicho acto. Desde luego, este es un asunto más complejo y profundo que una dada especialidad o profesión. Y, a la vez, un asunto más exigente que la mayor de las exigencias profesionales.

                En el meollo de todo gran compromiso están nuestros valores y nuestra afectividad. Y si esto es de verdad así, también están, inexcusablemente, nuestro estudio, trabajo, intelecto, voluntad y amor. En la historia existen muchos ejemplos de comunidades dedicadas a los más altos compromisos valóricos y espirituales y, precisamente, por ello, dedicadas al estudio de modo sistemático y continuo.

                Con los años nuestra propia relación de congruencia / incongruencia nos va permitiendo, de algún modo u otro, encarnar nuestros propios principios y junto con ellos desarrollar una cierta actitud  de vida e interacción. Es desde este hecho que, posiblemente, generamos las herramientas y recursos de acompañamiento y participación que aportan a la auto comprensión y cambio humano que, más que terapéutico, es dignificador.

                Cada comunidad de aprendizaje humano (de lo humano) lo que busca, entre muchas cosas, es permitir a cada integrante una profunda y amorosa conversación interna que le lleve, desde su esencia, a ser del modo más pleno y auténtico el ser que podría y aspiraba a ser.

                El famoso ¡hazlo! (¡do it!) de la Terapia Gestalt no ocurre porque alguien lo pida, exija o proponga para otro, sino porque, en la conversación interna, ese ser descubre el cómo hacerlo y, en consecuencia, si lo elige, puede hacerlo.