La Gestalt, una forma de ser. (abril,2012) Pato
Varas Santander.
En mi opinión, la Terapia Gestalt es una filosofía
de vida que sirve de terapia. Y no sólo una terapia. La Terapia Gestalt es una
filosofía y forma de ser que nos acompaña en nuestra intencionalidad y
perseverancia de ser humanos, más humanos y más dignamente humanos. A ella le
interesa nuestra esencia humana que no es una abstracción, sino aquella que va
inseparada a nuestra vida, nuestra existencia y el universo.
Ser
o pretender ser un terapeuta Gestalt es aceptar desde la humildad y la
solidaridad que se es parte de una comunidad de aprendizaje humano que desde
ella misma se conoce, reconoce, valora y crece. Ser terapeuta Gestalt no es un
status ni un rol. Es un quehacer compartido donde, a veces damos, a veces
recibimos. Donde, en esencia, interaccionamos como seres humanos. Como toda
forma de ser, la terapia incluye principios, historia, personalidades,
procesos, cambios, errores y aciertos. Y, en ello, es acertada cuando se acepta
imperfecta, cambiante y, a la vez, perseverante y responsable.
La
Terapia Gestalt no es una parte de Fritz Perls. Fritz Perls es una parte de la
Terapia Gestalt. Una parte muy importante, pero no más importante que la
singularidad del encuentro e interacción de dos o más seres humanos vivos que
hoy se reúnen a explorar su esencia y existencias propias. En cada uno de esos
encuentros es posible que se recreen o recreemos formas de “ajuste creativo”
como las que ideó y desarrolló Fritz. Es posible que términos como “silla
caliente”, “silla vacía” y otros surjan y lo hagan con toda la fuerza y valor
que posee la historia. Y, más allá de ello, con la profundidad que implica la
red de relaciones y trama de la vida interactiva. Sin embargo, lo esencial de
la Gestalt es, precisamente, esa Gestalt que ocurre aquí y ahora, anudando pasado,
presente y futuro.
En
esencia, la Gestalt de cada ser y de todo ser es su sentido de congruencia. Su
estar siendo “aquí y ahora” su sentido de vida, aún desde nuestra naturaleza
humana no-perfecta. El acto de dedicarnos a ser un acompañante/participante
gestáltico inmerso en una comunidad de aprendizaje humano de lo humano supone
aceptar una forma de ser y de vida congruente con dicho acto. Desde luego, este
es un asunto más complejo y profundo que una dada especialidad o profesión. Y,
a la vez, un asunto más exigente que la mayor de las exigencias profesionales.
En
el meollo de todo gran compromiso están nuestros valores y nuestra afectividad.
Y si esto es de verdad así, también están, inexcusablemente, nuestro estudio,
trabajo, intelecto, voluntad y amor. En la historia existen muchos ejemplos de
comunidades dedicadas a los más altos compromisos valóricos y espirituales y,
precisamente, por ello, dedicadas al estudio de modo sistemático y continuo.
Con
los años nuestra propia relación de congruencia / incongruencia nos va
permitiendo, de algún modo u otro, encarnar nuestros propios principios y junto
con ellos desarrollar una cierta actitud
de vida e interacción. Es desde este hecho que, posiblemente, generamos
las herramientas y recursos de acompañamiento y participación que aportan a la
auto comprensión y cambio humano que, más que terapéutico, es dignificador.
Cada
comunidad de aprendizaje humano (de lo humano) lo que busca, entre muchas
cosas, es permitir a cada integrante una profunda y amorosa conversación
interna que le lleve, desde su esencia, a ser del modo más pleno y auténtico el
ser que podría y aspiraba a ser.
El
famoso ¡hazlo! (¡do it!) de la Terapia Gestalt no ocurre porque alguien lo
pida, exija o proponga para otro, sino porque, en la conversación interna, ese
ser descubre el cómo hacerlo y, en consecuencia, si lo elige, puede hacerlo.
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